Ave
María Purísima
-Yo confieso ante Dios todopoderoso…
porque no puedo confesarme con nadie más en este momento y porque nadie más me
escucharía, ¿de qué tengo que arrepentirme?... Por mi culpa, por mi culpa, por
mi gran culpa. La fe es parte de una existencia que no poseo pero que me duele.
Ante Dios nuestro señor. Amén.
-“Una vez que hayas dejado tus primicias ante
el Señor, te postrarás ante Él para adorarlo". -Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
(-Ave
María Purísima.
-Sin
pecado concebida.
-Padre, he sido la peor mujer y por eso no puedo mirar
a los ojos a los que me rodean, he hecho mal y no lograba detenerme, ¿cómo
podemos confundirnos con el pecado tan fácilmente y no reconocerlo, dejarnos
envolver por él? Sentí que mi voluntad me dejaba, que no era dueña de lo que
hacía, perdóneme padre, porque no podría vivir así. Si usted supiera lo que hay
en mi mente, si mi marido lo supiera, pero es que soy débil de espíritu aunque
mi cuerpo permanezca fiel. En ocasiones lo malo me produce placer y le temo tanto,
lo único que me queda doliendo es el arrepentimiento, la sensación horrible de
haber pecado contra todo lo que me es sagrado.
-Si tu ojo
derecho es para ti una ocasión de pecado hija, arráncalo y arrójalo lejos de
ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo sea arrojado a la Gehena…)
Cómo me hallo aquí después de tantos años, sin mi
padre que en paz descanse, con quien la misa era una ocasión para pasar un buen rato. Recuerdo lo difícil que era aguantar la risa,
tomábamos la liturgia y las palabras en sus acepciones más efímeras o bien más
profundas, era una gran cátedra de filosofía y buen humor; pocas cosas me
divertían tanto como pasar esa hora los
domingos con mi padre, eso sí, no comulgábamos: él por no haberse casado con mi
madre por la iglesia y después del divorcio por qué se yo qué cosas; yo dejé de
formarme en la comunión por lo difícil que me resultaba elegir de entre mis
acciones diarias algunas que pudieran considerarse pecados dignos de ser
confesados, no es que sea una santa, definitivamente tengo cientos de errores,
lo que pasa es que no es tan simple como decir bueno-malo, la verdad es que
solo hay una cosa en toda mi vida de la que me he arrepentido sinceramente…
¿por qué lo hice? Por estúpida, por inmadura, me arrepentí tanto que entiendo
que no es cosa de desear no haberlo hecho, sino sufrirlo hasta que se vuelve
insoportable, y como la verdad me partía la cabeza pensando en aquello que me
provocara arrepentimiento de esa manera y confesar cualquier cosa que a fuerza
de darle vueltas decidía que era “mala” me hacía sentir ridícula, dejé de
hacerlo y por consecuencia perdí mi derecho al cuerpo de Cristo. Hoy en día las
confesiones deberían ser de una hora y llamarse terapias, así sabríamos en
dónde radica el mal y cómo evitarlo.
-Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en
tentación…
No nos dejes caer en tentación… ¿por qué preocupa
tanto la tentación? Si yo sé lo que quiero ser por qué habría de preocuparme lo
que puedo hacer. Y líbranos del mal.
Sobre todo líbrame del mal…
Amén
La tentación no es tan peligrosa cuando tenemos
la verdad o la felicidad o la certeza, al menos cuando así nos parece. Jamás le
hubiera sido infiel cuando lo tenía porque no me tentaba, y ahora que no está,
no es tentación hacer el amor, es una parte más de mi vida. No creo que existan
las tentaciones, los hombres somos libres de elegir y al hacerlo dejamos a un
lado posibilidades irrealizables, las tentaciones son aquellas otras
posibilidades que dejamos escapar por elegir, nos llaman u obsesionan para recordarnos
que un día fuimos libres, un momento en el que lo podíamos hacer todo, el
instante justo antes de tomar una decisión, esa era nuestra libertad donde
habitan ahora las tentaciones.
Amén
-De la carta del apóstol san Pablo a los romanos.
Me siento aquí como turista, como el espectador
que hace que la escena parezca montada, es que soy el público que cree en lo
que mira; y el Padre diciendo que la fe da la justificación, ¿No es
precisamente eso lo que ocurre aquí mismo y ahora? ¿Qué es toda esta trama, qué
es la Iglesia últimamente? Es que seguro ahora mismo alguien se confiesa de
algo que no tuvo la culpa, pidiendo perdón a Dios, pidiéndole al padre el
perdón de Dios. Deberíamos perdonar a Dios por habernos creado.
(-Yo te absuelvo de tus
pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.)
-Hay que creer con el corazón para
alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Será eso la fe entonces, tomar una decisión
correcta y creer en ella profundamente para que cualquier otra opción posible
no logre seducirnos y no la contemplemos como la amenaza de la tentación. Me
asusta pensar que la fe es la salida de la libertad, es seguridad en una sola
opción correcta, la última de todas; aunque de eso se trate mi vida diaria, de
hacer las cosas “bien” y sentirse también bien al hacerlas... El amor era lo correcto, tenía la verdad en la que creía, ¿y si buscamos
tanto las certezas más cercanas por qué no aventurarse a buscar y creer en la
última certeza de todas?
-Por eso dice la Escritura: Ninguno que
crea en él quedará defraudado…
Es contradictorio, debe haber una última opción
abierta a cambiar las demás, siempre debe haber la opción de libertad, del
error. No concibo que haya un Dios que dispuso el mundo con una sola opción
correcta, si tengo solo a Dios no necesitaría la fe.
¿Qué pensaría mi papá ahora si me viera? El sí
que tenía tanta fe en mí, tanto amor, tanta certeza de haber hecho bien
conmigo. Yo solo existo, igual que todos, no hay de qué sentirse orgullosos.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
-También está
escrito: No tentarás al Señor, tu Dios. Concluidas las tentaciones, el diablo
se retiró de Él, hasta que llegara la hora. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús. Tomamos una decisión y al creer que es
correcta no nos molestan las tentaciones, las opciones irrealizadas del mundo
de la libertad pasada. Me sentaré igual que todos, no recuerdo si cruzar las
piernas está prohibido…
Pero
si tengo la certeza última de que existe Dios, la certeza de todas las certezas
y la verdad de todas las verdades, de qué me sirvió haber elegido. Si pude
elegir de entre al menos dos opciones, supongamos una buena y otra mala, quiere
decir que en algún momento fui libre, pero si no soy libre de elegir a Dios
puesto que este es una verdad absoluta, entonces la libertad no existió más que
como un engaño para probar la fe de los hombres. Si en cambio Dios es certeza
porque así lo creo en mi corazón, la opción irrealizada que dejé atrás al
elegirlo, de la no existencia de Dios fue un hecho, la libertad perdura pero la
verdad y la tentación dependen de mi seguridad, es decir en mi fe en la
decisión. Si toda mi vida he buscado la certeza de mis decisiones y ahora la
reafirmo en la última de todas, solo me lleva a una vida congruente, sin
tentaciones ni arrepentimientos, pero lamentablemente no a una vida verdadera.
Solo a un constante uso y deshecho de la libertad, la fe es el sello que
afianza la certeza de la decisión, la que nos quita el miedo de la libertad, la
que nos aleja de las tentaciones. Todo eso está muy bien de manera inmediata,
pero será válido para llevar la vida entera. Tengo fe en mi amante pero no en
Dios.
Recuerdo cómo me enseñaba el aleluya: busca primero el reino de Dios y su justicia divina, y por añadidura lo demás se te dará… señor ten piedad.
Y cómo mi abuelo rezaba el padre nuestro como si lo analizara y lo viviera. Señor ten piedad.
-Para que los enfermos alcancen salud y fortaleza, y los que viven angustiados encuentren la paz del espíritu. Oremos.
…Cómo murió cantándole a la Virgen María, lleno de paz y amor. Señor ten piedad.
-Para que cada vez más, en todas partes, en todos los corazones, triunfe el bien por encima del mal. Oremos.
¿Dónde está mi papá ahora? Señor ten piedad.
-Para que los hombres y mujeres que forman el Ejército, reconozcan en Jesús su modelo de servicio dedicado, atento y respetuoso. Oremos.
Vengo sola a la misa como una intrusa, antes era la invitada de mi padre, él me presentó con todos, me abrió las puertas, mi presencia era justificada y aceptada. Señor ten piedad.
-Para que cada uno de nosotros seamos siempre levadura y testimonio de amor y de esperanza. Oremos.
Testimonio de amor y de esperanza. De amor y de esperanza… piedad. Amén.
Yo
también fundaré un templo, daré libros sagrados y lo llamaré biblioteca. Admiro
a aquellos que reafirman su fe usando su libertad, si yo pudiera hacerlo lo
haría con gusto, el problema es que puedo no hacerlo y me quedo detenida sin
querer usar mi libertad para algo, por miedo a perderla. Es absurdo. Mi
libertad sería más absurda aun si viniera de Dios, tendría derecho divino a no
creer en él.
Me
quedaré sentada, no me moveré de aquí. Dios, ni siquiera puedo decirte en qué
creo.
-Por
Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu
Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
¿Qué? Amén
Demos gracias a Dios.
