domingo, 4 de septiembre de 2016

La mujer perfecta

¿Quién es la mujer perfecta sino la que ha estado rota y de sus fragmentos ha hecho un vitral inimaginable? La mujer perfecta siente celos, los trenza bellamente y los carga consigo, los llora y ama con orgullo, por ser suyos. La mujer perfecta se lleva sí misma a todas partes, no huye, cierra los ojos y respira profundo para caer más hondo dentro de sí. Ahí se encuentra, se levanta, se consuela, y sigue caminando. La mujer perfecta tiene ganas de amar y ama, sobre todo ama estar viva para poder tomar café, para poder hacer el café y compartirse. La soledad y la sincronía son parte de la paz que busca en el mundo. A veces llora también con ese mismo mundo, por sentirse traicionada o indefensa. No es una heroína ni una santa, a veces depende enteramente de unos brazos para pasar la noche. La mujer perfecta no vuela, no la define un hombre, se define a sí misma. Es terrestre y hasta subterránea. Se equivoca, se cae, se decepciona repetidamente; pero es la mujer perfecta cuanto más se caiga, cuanto más se decepcione y cuanto más camine por este mundo con orgullo de ser ella. 


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