jueves, 16 de agosto de 2018

¿Qué hice para estar contigo?

Desde hace poco tiempo que te observo mientras me miras o haces tus cosas, y me pregunto ¿qué hice para estar contigo o para que estés conmigo? Antes pensaba que era normal querernos así, pero ahora me resulta extraño, por increíble.

Tengo miedo que haya sido la fortuna o la casualidad, porque no sabría con quién estar agradecida. Y lo estoy. Con el universo entero, conmigo también.

No entiendo cómo es que un día no existías, y al otro, ahí estabas en la misma fiesta, en la misma mesa, en la misma fecha. Y no bastó con encontrarnos, nos amamos. Y no bastó con sólo amarnos, nos cuidamos.

Sólo contigo puedo dormir en paz, con la certeza que ahí estarás en la mañana con tus ojos llenos de compasión y honestidad. ¿A quién le debo la fortuna de que siempre quieras escuchar? ¿A quién le debo la dicha de estar, al mismo tiempo, libre pero acompañada?

No importa lo que pase, estás ahí. Siempre. Y viceversa. Aunque sea un caos, así me quieres. Así te quise yo también, completo.

Y ahora a demás de estar agradecida, estoy feliz, porque el tiempo sigue y nosotros con el, a veces rápido, a veces tedioso, siempre exquisito estando juntos. Podemos escapar si queremos, en un abrazo atemporal que dura meses o segundos, en un beso viajero que nos lleve a descubrir nuestros deseos.

Porque no bastó con encontrarnos, amarnos, cuidarnos, ahora podemos soñar un sueño compartido, que se hace más grande porque no se divide sino se alimenta. Un sueño que no destruye a ninguno de los dos, nos fortalece.

Si esto no es una familia, declaro inaugurado al amor.