Me voy a dormir sin ilusiones, sin sueños que me distraigan de la verdadera calma. Una vez más he conquistado mi propia cama, podría decir que es mi único terreno vivo.
Siento felicidad sincera aunque dada a la ausencia, propablemente gracias a ella.
Cualquiera que haya sufrido podría decirse que ha ganado, pero no podría asegurar que todos aprenden del olvido.
Quisiera no haberme equivocado y considero que arrepentirse es lo más humilde de lo humano, pero no por eso vivo atormentada.
Por eso puedo dormir sin ilusiones, porque los sueños nos recuerdan los verdaderos deseos anhelados, mientras no haya sueños no habrá decepciones.
Ya se gestan nuevos planes sobre los sentimientos antes repudiados.
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