domingo, 3 de enero de 2016

Nadie pierde hasta que se enamora el primero

No eres tú, son mis defectos y mi deseo de gustarte lo que me atrae. Tu miedo, tu inseguridad y tu mirada que me penetra, terminan de crear la fórmula para destruirnos mutuamente. Pero antes de eso, el paraíso, la cama, la locura. Quiero la droga tanto por la delicia del viaje como por la resaca, y eres ambas, a veces incluso al mismo tiempo, porque puedo llorar y sonreír si me lo pides. Pero ya no seré tu adicta por un día, te utilizo como recordatorio de lo que un día casi me mata. Madurar, qué simple y aburrido parece ahorita sin la adrenalina, sin la espera, sin el beso, sin el miedo. Madurar para mí es la abstinencia del placer mezclado de dolor que tanto me gusta, más tarde vendrá la recompensa, y si no es así tan siquiera sabré que he vivido. Nos habremos ahorrado la despedida, la pelea, las ganas de olvidarnos y habremos ganado una sincera amistad con sabor a misterio.

Quién no ha tenido a alguien enfrente y visto el futuro, por ahora en tus ojos hay dos caminos, uno que empieza como en las películas, con sonrisas, caricias, lunares, abrazos; y termina con una gran explosión de todo lo acumulado. El otro es el camino callado que, sin embargo, sigue proyectando en la mente las escenas del primero.

Por ahora nadie pierde hasta que se enamora el primero.

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