jueves, 19 de diciembre de 2013

Inmóvil

Hay un navío encallado por una fuerza desconocida, no hay en el fondo del mar ancla que lo sujete, ni animal marino que lo amenace. El alma del gran barco pertenece al puerto, donde ni el cabotaje ni la excursión más breve lo reanima a partir al mar de donde ha salido. No hubo abarloamiento, ni guerra, ni abandono. El acorazado es libre y, sin embargo, yace indefenso como una canoa. Al mar que le incomoda la orilla, sigue salpicando el muelle; derramándose y huyendo mientras el barco duerme. Siempre cambiante, fúrico, eterno, impenetrable y marino. El navío que parece varado sólo está inmóvil, con toda su potencia integra, con todo su porte intacto, dejándose mecer suavemente hasta quedar adormecido, creyendo eso... que está varado.

(A todas las mujeres que alguna vez han sentido que están varadas, a las que creen que no pueden lograr nada porque han perdido todo, a las que se han dado por vencidas. Sólo en apariencia son débiles; a pesar del miedo, aléjense de aquello que las ata, que puede ser su propia mente. La vida les ha dado fuerza y no se las quita nunca; la vida les ha dado libertad y no se las esconde; la vida les ha dado la vida). 

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