Quien vive intensamente no siempre tiene ganas de regresar a la vida; los artistas, los valientes, los desdichados, los ávidos y los amantes verdaderos, todos han sabido ser la vida misma. Y en todos queda algo incompleto, la sensación de no haber hecho suficiente, de no ser útiles o prácticos, de ser demasiado egoístas, porque ven el mundo al rededor de sí, porque se lo crean, porque depende de sus propios ojos lo que entienda su razón, porque son apasionados, impulsivos, porque se equivocan demasiado, porque siempre quieren ser mejores y no lo logran del todo.
En todos ellos admiro el anhelo insaciable de vivir la vida, a pesar o quizá a través del sufrimiento, o de la dicha o de cualquier otro medio que nazca siempre desde dentro. Los intelectuales dicen que la felicidad esta en nosotros, que hay que amarnos antes de amar a alguien más, pero para estos seres la vida esta en darse. Hay un mundo interior tan fuerte que puede encerralos por semanas en su propia soledad, pero solo es para salir a buscar dónde derramarse. Amar a alguien significa poder vivir, poder darse sin límites, tener un receptor, un lector, un alma gemela que los reciba tal cual son y les de vida. Amar es darse un testigo a sí mismos.
Felicidades a esas personas que pasan por esta vida sintiendo intensamente. Algunos son poco conocidos, otros nos dejan algo de su evidencia. A ninguno podríamos juzgar, a ninguno podríamos entender completamente. Nadie nos dijo que por la vida había que pasar cantando.
A los otros cautelosos, que planifican el amor, que se alistan para recibirlo, que dan un poquito también a veces, que saben de la moda, que se casan y tienen hijos porque ese es el plan de vida, a los correctos y sabios y "felices", a los que ahorran e invierten, los que sufren y aprenden de las desgracias y fotografían en redes sociales su vida cotidiana. Los perfectos. También a ellos felicidades, porque nadie nos dijo tampoco que por la vida teníamos que pasar llorando.
A los dos les tengo envidia. A los dos los veo con admiración. Si pudiera ser una gran artista, una gran amante o la más valiente; si pudiera ser la mejor empresaria, la mejor maestra, la mejor esposa.
Quiero ser todo, y me da ansiedad de no hacer nada bien. Quiero pasar el día leyendo y me distrae una idea, un miedo, un impulso. Brinco de uno a otro, y no logro ni amar intensa ni calmadamente. No puedo ser la mejor alumna ni la mejor ama de casa. No soy la mujer interesante, activa, bella. Soy solo yo a medias... Será que necesito de ambos mundos y de los dos quiero formar parte.
A fin de cuentas nadie nos dijo que pasamos por este mundo para ser felices o desdichados, nadie nos garantiza que regresemos, nadie nos ayuda a corregir nuestros errores, nadie nos separa entre buenos y malos. Solo nosotros nos limitamos a ser una sola persona, nos permitimos vivir en nuestros errores, nos dejamos influir, solo nosotros elegimos dejarnos caer o dejarnos atrapar. Solo nosotros inventamos y comprendemos la libertad.
Como dijo Frida: "Pies para qué los quiero si tengo alas pa'volar".
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