miércoles, 30 de diciembre de 2015

My 2015 and a friend called Ali




 I have decided to write a recapitulation of each year of my life, I decided this last year.
2015 was definitely a year full of experiences; I could say it was one of the best times of my life. After many ups and downs, 2015 only went uphill.
However, this year I can´t talk only about me; because this year was about bravery and courage, and if I want to explain that, I must mention you.
 I must, because when I dreamt about being brave and helping people or I closed my eyes and imagined myself giving a speech about peace... I honestly had no idea what really took to be a strong person. I only learned that lesson when I met you, so when you asked what was my biggest achievement of the year I had to answer that it was meeting you.
 For those who don't know you… let me tell you about Ali. Ali is from Iraq, born in Bagdad. He is a Shia Muslim, a trait apparently none defining of a human being that actually became a burden for him and his family. Ali believes in God and prays; he also walks to Karbala and fasts in Ramadan. Ali keeps a secret from his family to protect them, a really big one that, in an act of sacrifice, surrenders his being for the being of his loved ones. Very important, Ali loves cats.
Ali is my friend because we met, and for a guy like him and someone like me is simply a miracle to stay visible in one place for long enough to bond. We never decide, we grasp the chances and so we met and became friends. Also, after seeing all those people showing their great acts, Ali simply smiled at life and laughed with me. He, whom had witnessed death and carried a secret, he was being strong and brave by living and not getting or wanting recognition for it. Meanwhile I was just being me and Ali accepted it, which was also great since we were so different; when I was drunk he would listen, when he prayed I waited, when I studied he encouraged me, when he struggled I learned from him. We were different, we met, we became friends.
Last year I lost many things; I lost hope for life mostly. This year I learned to fly and felt no fear. Look at me Ali, are you proud? Last year I loved until I could love no longer and I became empty inside; then I saw how much you have been through and was inspired. Last year I closed my eyes hoping to never see light, this year I prayed again because I feared but also because I was thankful.
I learned something very important for the future Ali. I learned that love is to be able to show our weaknesses and not be ashamed. Life happened to me last year, but I learned to carry it with me as humility. I learned about myself that all I want is a motive bigger than me; I would jump into the void for it. You are lucky because you have God, but I yet need to find my faith.
I want to tell you something, I still have a lot of passion in me. I feel intense hate sometimes for all the pain; I can´t sleep when bombs are flying, when small coffins are buried, when idiots decide to attack the wrong city. Because it´s always the wrong city and it will always be. That´s why I admire you, because despite your reality you smile and I cry. This year I realized a world war is being fought in the Middle East, not called as such because it´s there and not here.
I want to tell you another secret. I wished I had buried my little cat under a tree to have a place where I could go and cry and may be pray. That pain will never go away, but in my heart that seed became a flower, warn and sweet.
When I started writing this, it was supposed to be about last year, it then transformed into a letter to a friend and lastly in a story about myself. All three are part of me as one big ocean. Ali, me and life, like water, like al-Bahar.
To end, I want to make a list of wishes for next year:
1.      I wish the war ends for all and no other will ever start again
2.      I wish your secret ends and sets you free
3.      I wish for us to meet again
4.      I wish to speak in your same tongue
5.      I wish to fall in love so hard I find myself in another´s eyes
6.      I wish to pursue a goal so far and never lose my ground
7.      I wish to find my faith
8.      I wish we create a little peace of mind for some
CRO
PS. My gift is this, because my father played it every year to me:

martes, 15 de diciembre de 2015

Escribir en los aviones

Escribir en los aviones...

Y despedir el año y los años, y las estrellas y las noches. Envejecer en los aviones mientras creces y regresas un poco más viejo, más callado, más reflexivo y a la vez más lleno del mundo y de ti misma. Volando entiendo lo vivido, lo acepto mientras llego o regreso o me voy; comprendo que me quiero o que me odio, que la soledad no existe, que lo que me callo se guarda y lo que grito es un regalo. Volar ya no es una espera, es un preámbulo necesario para llegar preparados, cerrar ideas, entender amores, empezar a extrañar y crear expectativas. Viajar ligera de equipaje y cargada de recuerdos, soy todo lo que llevo, lo que dejo, lo que quiero, lo que busco, lo que no espero encontrar y me encuentra, soy un viaje y el vuelo y el tiempo, ese tiempo que toma llegar o irse, siempre conmigo. 

Por eso me da por escribir en los aviones... Y por tomar y soñar mucho, sobre todo lo último y lo primero y un poco lo segundo; es un viaje en todas direcciones y sentidos que llega pero no se acaba, que me duele un poco y me da vida. 

Un solo camino me asfixiaría, volar es lo más valioso que tengo; una posibilidad abierta, tomada o soñada o desconocida pero presente, real, escondida. Vivir es volar, vivir es pensar, vivir es amarme, amar ser capaz de sentir y de imaginar. Vivir es poder llorar y reír y por sobre todas las cosas poder tener más de un camino para elegir en donde aterrizar los sueños. 

sábado, 3 de octubre de 2015

Agua

Es mentira que haya dos clases de mujeres: las buenas y las malas, las que son putas y las que son santas. Habemos mujeres que cargamos con el mundo dentro de nosotras y pasamos la vida buscando un lugar donde echar raíces.

Yo, por ejemplo, cierro los ojos y trato de no ahogarme. Por fuera el agua me resbala, parece que me va a hundir pero sé que nada me ancla; por dentro hay una tormenta que nadie puede ver, ni yo misma. Estoy mojada, esperando que no sea así por siempre.

Mi vida es lo que pasa dentro de mis párpados cerrados: hablo y sigo inmóvil, escribo y sigo inmóvil, duermo, camino, sonrío... solo cuando bailo, baila también el interior conmigo.

Es mentira también, que haya en el mundo lo bueno y lo malo. Lo que hay son oportunidades y mucho, mucho tiempo. Mientras no deje de llover yo estaré a salvo, nadie piensa más que en sí mismo cuando llueve.




(Foto de Luis Canedo)





lunes, 10 de agosto de 2015

El día que volé sin miedo



Siempre tuve un miedo terrible a las alturas, pensar en un piso de cristal me daba náuseas instantáneamente, incluso asomarme por balcones o ventanas me mareaba; un día manejaba y sin querer me subí a un segundo piso, de esos que están de moda en la Ciudad de México, y me puse a llorar de la ansiedad. Era algo ilógico, que no sé de dónde viene, ni cuando empezó…

Hace poco, tomé la decisión de enfrentarlo y me subí a un globo aerostático:
(Léase con Erik Satie de fondo ww.youtube.com/watch?v=dtLHiou7anE)

Mientras me elevaba mi corazón latía muy fuerte, pero me sorprendió darme cuenta que no tenía miedo, lo que sentía era una inmensa alegría. Me gustaría poder describir toda la paz que sentía en ese momento, nada más existía a mí alrededor, no se sentía ni el viento, ni se oía ningún ruido. Comencé a llorar, porque no tuve otra manera de reaccionar ante lo que me había dado cuenta…

Mientras veía cómo nacía el sol y cientos de otros globos de colores llenaban el cielo, aprendí algo nuevo de mí. El miedo que tenía no era a las alturas en sí, era un miedo terrible a caerme y más precisamente, al dolor que sentiría al terminar de caer. Nunca había sentido lágrimas más íntimas como ese día, ni una emoción tan pasiva; ¡estaba volando y no tenía miedo!, por dentro estaba gritando de alegría, y por fuera sentía una serenidad absoluta.
Me di cuenta que ya había pasado lo peor hasta este momento de mi vida, ya había caído desde muy alto, ya había experimentado el dolor más intenso que he conocido; sin embargo no había muerto, ni me detuve por mucho tiempo… y ahora estaba ahí, casi levitando. Fue algo extraordinario.

Recuerdo que me sentía orgullosa de mi misma, algo que nunca en la vida había ocurrido antes. Me sentía en el centro de mi misma, más viva que antes, y sin pensar en planes concretos, estaba lista para seguir volando y aterrizar en cualquier otra parte del mundo. Estaba expectante de mi misma, pude ver el camino por el cuál caí, pude ver el proceso del sufrimiento, la agonía, la esperanza de recuperarme, el esfuerzo por seguir con mi vida, vi todo ese tiempo que me tomó llegar hasta perder el miedo. Vi mi vida entera mientras volaba, y me sentí orgullosa de haberla vivido. 

También entendí algo muy curioso; al emprender este viaje pensaba que iba a aprender sobre otras culturas, que la gente me enseñaría sus ideas y sus maneras, buscaba aportar al mundo un poco de mi ayuda, pero al final aprendí sobre mi misma. Me fui de viaje para al final encontrarme a mí misma en el mismo lugar donde siempre había estado, conmigo. 

Aun no sé mucho de la vida, pero mientras aprenda a volar para llegar más lejos, estoy dispuesta a vivirla.

sábado, 1 de agosto de 2015

El Museo de la Inocencia



“Los mejores museos convierten el tiempo en espacio…”

Ningún museo me ha hecho llorar antes, ninguno ha sido tan honesto, tan sencillo, tan vano como El Museo de la Inocencia. 

La mejor manera de hacer arte, quizá la única verdaderamente sincera, es convertir un objeto cualquiera en el centro de sí mismo; resaltar que tras haber tenido una vida llena de usos y fines prácticos, al final, sigue siendo un objeto simple, gastado, pero lleno de historia. Un cenicero por ejemplo, un cigarro que fumó por última vez una pareja antes de separarse, una mujer que tomó una decisión irreversible y tomó del vaso un trago de agua. Al final, el cenicero sigue siendo un utensilio, al igual que el vaso, pero verlos a ellos especialmente y otorgarles importancia porque fueron testigos y cómplices del tiempo de alguien, eso es tener conciencia de la vida…
 
Al final todos somos objetos utilizados, todos cumplimos deberes y perseguimos objetivos, y sin darnos cuenta, vamos acumulando cosas en el camino, vamos asociando momentos, sentimientos con olores, lugares con sabores y terminamos con un montón de cosas que nos ayudan a reconstruir nuestras memorias.

Yo por ejemplo, supe esto desde niña, inconscientemente claro; guardo desde los 7 años una caja con objetos: un cepillo de dientes para bebé, fotos de mi perro, cartas, ligas para el pelo, unos cigarros soviéticos de mi tío abuelo y las sortijas de casados de mis papás… Además, ¿qué pondría en mi Museo?

En mi Museo:

Mi primer uniforme de ballet manchado con helado de grosella
La carta que me dio mi papá cuando le dije que no podía ser bailarina
El retrato de mi tía abuela colgado en el cuarto de Moscú de mi abuelita
Un hieloko
Toda mi colección de puntas
Las herramientas de mi Papá Miguelito y si pudiera el olor de su casa, lo primero que recuerdo al llegar a México
Todos los libros de mis papás
Los aretes que me regaló Ale afuera del Auditorio Nacional (¿o fue del Flores Canelo?)
Los correos que me mandó a diario con canciones de los Smashing Pumpkins
Todos los CD´s de Placebo
Una bandita de pelo de Tadeo y la olla de barro de los frijoles
La ristra de ajos y chiles
La botella de cerveza que me tomé cuando conocí a Fabián en Topaz
El ultrasonido
A Blooney, por supuesto
Mi cuaderno de árabe
El collar que me dio Kubba
Un cuadro de Mark for Peace
La bandera de Palestina que me dio el Embajador
La nota que me dejó Beto en la casa de Selene después de la fiesta
Mis programas de las funciones
La caja de hilos y agujas de mi Babuska
El collar de Gala y la pelota de Cira
El calcetín que cargo de Michelle
Y por supuesto… el perrito de peluche idéntico al que tienen mi papá

Estoy tan feliz de poder atrapar los momentos así, a través de las palabras, de los objetos, de las lágrimas. No puedo ser más feliz de poder creer en el amor y de poder hacer de él una forma de vida. Estoy feliz de conocer a las mejores personas de este mundo y mantenerlas cerca, estoy feliz de saber dejar ir a aquellas que no son las mejores…