sábado, 26 de marzo de 2016

Doctor

Léeme de nuevo tu receta, pero ahora más despacio, como si estuvieras recitándome un poema. No me importa lo que diga, lo que quiero es escuchar de tu boca palabras dedicadas sólo a mi. Quiero imaginar por un segundo tu atención empeñada en mi placer.

Mientras te preocupes de esa forma, no te pediré que me quieras. En cambio, si dejas de leerme tus recomendaciones, esperaré que me beses sin preámbulos ni demoras.

Moriré si me falta alguna de las dos opciones. Como médico sabrás que no puedes dejar que eso te suceda.


2 comentarios:

  1. Receto que se le quiera, con esta receta, leída bien despacio; así como se leen los versos de un buen poema. Sin importar lo que ésta diga, pero que ésta voz sean prosodia y música de éstos labios a su ser.
    Que la palabra desdoble los segundos del tiempo y los extienda en más, para percibir por un instante prolongado con la agudeza de las sensaciones nuestra mutua presencia, dando cabida a un éxtasis de placer.
    Mientras se le procure de esta forma, con voz suave y caricias, bellas palabras y sinceridad, ella comprenderá que se le quiere y no se lo pedirá. Si el silencio retumba, bésela primero en la mejilla y prosiga por la comisura, demore en el proceso todo el tiempo extendido, en su defecto… extiéndalo más. Si parece desfallecer, abrácela, usted como médico sabrá, que, en este instante, eso no sucederá.
    Dr.

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  2. Es una forma de amar muy bella esta de cuidar del otro, sobre todo a través de las palabras y la elongación del tiempo. Ella sospecha que usted podría irse en cualquier momento, incluso antes de la fecha indicada, por no encontrarla tan bella como antes. Su locura, su tristeza, su inestabilidad lo harían correr sino fuera por el deber profesional de ciudar a alguien sin dejarse arrastrar por su remolino de emociones.

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