El tiempo es lo que más me maravilla de este
universo, el flujo constante que gracias a la vitalidad de las cosas hace que
todo evolucione, se desgaste, se enriquezca o que cambie de alguna manera. Sin
excepción del alma humana por supuesto, el tiempo es imposible de ser medido y
se percibe de diferentes maneras, hasta dicen que en el Espacio tiene una
duración muy diferente a la de la Tierra, y que la luz de las estrellas que
vemos en realidad se ha extinguido hace millones de años, eso yo no lo
aprehendo pero me espanta y me fascina a la vez. Cuando el alma sufre una
pérdida, el paso del tiempo hace del evento algo totalmente insignificante, lo
que nos pasa es que le tememos al presente y es en el presente donde debemos
ser cuidadosos con nuestros actos; saber que solo somos los de ahora, que el
pasado solo nos hace si lo recordamos, que nos creamos constantemente a cada
instante. Creo saber que todos estamos solos, nadie nace pegado de su ser al
ser de otro, pero esa soledad no es aislante sino que nos hace crear relaciones,
sino fuera así no creo que el amor pudiera surgir nunca. Cuando perdemos a
alguien querido resulta que los filamentos de amor se truncan pero nadie queda
más solo que antes. Las relaciones humanas son lo más importante que tenemos, y
hay que cuidarlas, nutrirlas y gestar el amor para crecer personalmente; sin
embargo cuando una relación deja de existir hay que recordar que nos tenemos a
nosotros con la ventaja de la experiencia y tomar las decisiones acertadas para
nosotros. Perder a alguien nunca es fácil, un ser querido que se va
inesperadamente nos deja desolados, sobre todo si era alguien cercano con quien
no concebíamos la vida sin él, si no era tan cercano nos afecta de manera
distinta, quizá nos haga ver la proximidad de la muerte y su indiscriminación,
pero no siempre es la muerte la causante de rompimientos de las relaciones; la
verdad es que perder a un ser totalmente ajeno a nosotros pero en el que poco a
poco fomentamos la confianza y lo ligamos a nuestra existencia, también es parte
de las tragedias comunes de esta y todas las épocas. Lo esencial es llevar el
duelo necesario y de manera saludable y depositar toda nuestra confianza en el
tiempo, nunca nos defraudará ni nos podrá mentir, confiar en que las cosas y
las personas y todo lo que conforma al mundo se encuentra en un devenir
constante y seguro. No hay necesidad de racionalizar las cosas, entender
ayuda a madurar pero igualmente envejeceremos todos, juntos como humanidad y
solos como individuos. Hay que saber que el mundo nos crea y al mismo tiempo
nosotros creamos al mundo; es decir, que no podemos escapar de relacionarnos
con otros seres y que entre más fuertes sean nuestras relaciones, mejores
llegaremos a ser nosotros mismos, entre más nos acerquemos a nuestro entorno,
más nos conoceremos, y también entre mejor cultivemos nuestras
virtudes, también seremos más aptos de sostener relaciones sanas y
enriquecedoras. Lo único erróneo son los extremos: el aislamiento y la
dependencia no encuentran el conocimiento ni el desarrollo; fuera de ello hay
que valorarnos y valorar lo que nos rodea y ambas partes nunca dejarán de
crecer juntas. Cuando alguna de las dos no funcione habrá que reflexionar y
enmendar errores, si no tiene solución, entregarnos al duelo. Con el Tiempo a
nuestro favor ya iremos cosechando los frutos de nosotros mismos. Es lo mágico
de la vida, lo que ahora duele después se convierte en nuestra mayor fortaleza.
Y como dijo Silvio R. "los amores cobardes no llegan a amores ni a
historias se quedan ahí, y ni el recuerdo los puede salvar". Habrá que
decidir ser virtuosos y valientes!
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