viernes, 6 de marzo de 2015

Poder amar

Me dijeron que cuando no es él lo primero en lo que piensas al despertar, es que ya te estás curando.  Y eso quería a toda costa: jalar aire en las mañanas sin tu nombre impreso en el pensamiento, como si hubiera estado ahí por años. Quería solamente abrir los ojos y pensar en el café, en ir al baño, en que se hace tarde, cualquier cosa, quería también curarme como dicen desde Sabines, curarme.

Confieso que pensé que viviría sumida en una imagen diluida entre los días, pensé que la nostalgia alimentaría los terrenos vacíos. No fue así por mucho tiempo. Resulta que de pronto me he curado, y es a la vez placentero y a la vez confuso. En qué pensar ahora mientras busco los zapatos, cómo convertir en arte algo simple como caminar a oscuras, cómo hacer café a tientas y hacerlo una hazaña; cómo, sin ser vista, llegar a ser feliz como lo soy ahora. Hace falta amar la vida tanto como para no terminar sola. Hace falta estar loca para desear aquello que no pediste, y para aferrarte además como si lo hubieras hecho.

Habría que ver quién se atreve a amar sin ser amado, a amar la vida porque existe, a amar porque puede desear lo bello, a amar porque puede, así de simple, amar.


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