domingo, 21 de junio de 2015

La importancia de la primera cita

La primera vez que sales con alguien puede ser aterrador para muchas personas. Casi siempre es una apuesta con un montón de posibilidades, donde ni siquiera está claro qué debe pasar para salir ganador. 
A mi me encantan las primeras citas, no tengo expectativas quizá para protegerme a mi misma de salir decepcionada, pero la verdad es que me divierte mucho lo sencillo o complicado que puede ser conocer a alguien en tan pocos momentos. 
Imagino que las primeras citas son como hoyos negros, en donde dos personas que ya se conocían en otros mundos coinciden de nuevo sin reconocerse. Si cometen un error pierden la oportunidad de reencontrarse, si se gustan puede que estrechen la abertura del portal para volver a juntar sus caminos; imagino que la persona que tengo enfrente es un antiguo amante, amigo o un alma gemela que ha cambiado tanto que quizá ya no reconozca. A veces creo que me encontré por error con una persona ajena a mi, pero igual me intriga poder aprovechar esa coincidencia. 
La primera cita resulta ideal cuando viejos recuerdos afloran. Me encanta descubrir las mismas palabras, ideas, memorias; en la primera cita no me quiero sorprender ni admirar de nadie, quiero sentirme cómoda como si fuera una conversación cotidiana entre dos viejos conocidos. 
Las primeras citas donde el entorno es más importante que la sensación de las personas me aburren. Las mejores citas son las que involucran complicidad, sencillez y un poco de magia. Por ejemplo bailar hasta altas horas de la noche, platicar de nimiedades en medio de la nada, perderse entre recuerdos, olvidar el tiempo y las costumbres, a veces incluso un beso dado de manera franca y familiarmente me hace pensar que saludo a aquel ser de hace tanto tiempo, lo saludo o lo despido. 
Pero lo más importante de todo es el OLOR. Los olores nos pueden transportar a esos puntos donde el tiempo parece ser un umbral entre dos eternidades, un olor nos puede atraer y al mismo tiempo apaciguar. El aroma del cuello, de las manos, el aroma de uno mismo junto al otro debe ser tan compatible como sedante. Si no puedo olerte toda la noche más vale que disfrute de mi propio concierto, de mi propia película o de mi propia cena.
En resumen, las primeras citas son las grandes puertas abiertas de una posibilidad casi cuántica. Me encantan. 



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